ESTANCIA SAN JUAN

LA ESTANCIA SAN JUAN


EL CASCO

La casona principal fue adquirida, junto con la estancia, en 1850, a Rita  Ximénez de Pinto. La familia Pereyra comenzó a realizar modificaciones y ampliaciones para el año 1870. La última fue la adición del ala posterior, a principios del siglo XX. Para mediados del siglo XIX aparecieron en Argentina singulares arquitecturas. Surgieron majestuosos edificios y se construyeron edificios mucho más austeros y tradicionales, inspirados en épocas pasadas, como el caso de la estancia San Juan, predominando anchas galerías, rejas y aljibes, con una cuidadosa ornamentación.
Entre los años 1870 y 1874, se realizó la primera ampliación del edificio principal, se construyó un nuevo comedor, un cuarto para el sirviente, una cocina con bóveda, el cuarto para el cochero, un zaguán interior, un nuevo corredor, columnas y soleros, algunas puertas al oeste y otras al este, la vereda perimetral que unía los corredores, un escritorio, varias habitaciones y nuevas letrinas con tuberías de barro. Para el año 1878, el edificio principal tenía de 25 a 30 habitaciones y era la residencia de verano de su dueño.
La casa era muy sencilla, sin muchas pretensiones ni ambiciones arquitectónicas. Estaba pintada de rosa pálido y contaba con una sola planta con terraza, ventanas con marcos verdes con imponentes vitraux traídos de Alemania y grandes rejas. Dos grandes palmeras hacían de centinelas en la entrada y grandes enredaderas, rosas y encarnados recorrían su fachada. Las paredes del comedor estaban adornadas con medallas y objetos artísticos de oro y plata, ganados en concursos agrícolas.
Esta casa supo recibir a visitantes ilustres como la Infanta Isabel de Borbón en 1910, para el centenario de la patria, los príncipes Humberto II de Saboya, Italia, en 1924 y Eduardo de Windsor (Gales) en 1925, los presidentes argentinos Hipólito Yrigoyen en 1916 y Máximo Marcelo Torcuato de Alvear en 1924, entre otros.
Además, fue testigo, en mayo de 1915,   de la implantación de tres árboles que representaban a los países firmantes del acuerdo conocido como Tratado ABC. El mismo fue un pacto de cooperación exterior, no agresión y arbitraje entre Argentina, Brasil y Chile.
En 1998, la casona, junto al resto de las construcciones de la ex estancia San Juan fueron declaradas Patrimonio Cultural y Monumento Histórico de la Provincia de Buenos Aires, a través de la Ley 12241.

CASA DEL TORO

En 1857, Leonardo Pereyra visitó Rice House, un establecimiento ganadero de Liverpool y le compró a su propietario el toro Defiance y la vaca Coral, dos espléndidos ejemplares de la raza Shortoorn. Estos fueron los primeros en venir a la Argentina convirtiendo a su dueño en el primer breeder de la república.
En 1862 importó un reproductor Hereford, el toro Niágara, al que presentó en la exposición rural que realizó en el Jardín Florida. Lo que siguió fue una auténtica y continua apoteosis ganadera. La construcción, que funciona actualmente como sala de profesores, fue la morada de ese toro reproductor traído de Inglaterra y con el tiempo se convirtió en el centro de embellecimiento de los ejemplares para su exhibición.

CENTRO DE PRODUCCIÓN


Para el año 1920 la estancia San Juan se había convertido en un gran centro de producción. Dentro de los servicios que brindaba, se destaca la fabricación de artículos rurales como tranqueras, bretes, mangas, carros y postes, entre otros. La carpintería y la herrería artísticas fueron otras de las principales actividades, sus piezas de gran calidad se utilizaron en numerosos edificios públicos tanto del gobierno provincial como nacional, así como también en las grandes mansiones que mandaban a construir, por aquella época, las familias acomodadas del país.
La usina comenzó a funcionar el 18 de agosto de 1925 y contaba con un motor generador de la firma Deutz que abasteció de energía a la estancia por más de 20 años.

COCHERA


Hacia fines del siglo XIX fue cochera de majestuosos carruajes propiedad de la familia Pareyra Iraola, como así también de los de sus visitantes, muchos de ellos personalidades de la política argentina e internacional, el arte y la cultura.
Ya para principios del siglo XX y ante el surgimiento del automóvil, este edificio fue testigo de la aparición de imponentes vehículos importados, principalmente traídos de Europa. Hoy en día es sede de la biblioteca de la escuela y de un complejo de aulas.

 

EL ALMACEN

Para el momento de la compra de la estancia en 1850 existía la parte inferior de esta construcción, edificándose la planta superior en 1857.
La planta inferior funcionaba como almacén para la familia Pereyra Iraola, mientras que la superior oficiaba de habitación del personal de servicio del casco.
En la actualidad, la construcción mantiene su fachada original, aunque fue modificada en función de las necesidades funcionales de cada momento histórico. Hoy funciona en la planta baja la Jefatura de Cuerpo de Cadetes y la sala de Informática, mientras que el primer piso es destinado al Gabinete Psicopedagógico.

EL PARQUE

Llegar a los orígenes del Parque Pereyra Iraola, es introducirse en los inicios de la historia del paisajismo, tanto rural como de las grandes urbes, de la vasta región pampeana. En el contexto de los tiempos fundacionales del país, la estancia San Juan, junto a su magnífico parque, fue la materialización del ideal de nación que se deseaba construir. En su realización se mantuvo el equilibrio entre arte y trabajo, que determinó definitivamente el plan desarrollado para llegar al perfeccionamiento que lo dominó todo y que, hasta hoy, revela en sus detalles más mínimos la grandeza incomparable de la estancia. El parque que rodea la parte central del establecimiento es único. Para su delineación y florecimiento se siguió un admirable plan artístico que ha convertido aquella zona en un verdadero Edén. Contó en su desarrollo con impulsores de la industria agro ganadera, el arbolado y las bellas artes como lo fueron Domingo Faustino Sarmiento y el arquitecto y pintor Prilidiano Pueyrredón.
Diseñado por el paisajista belga Carlos Vereecke, el Parque Pereyra responde al clásico estilo inglés por sus calles curvas, su lago de forma irregular y su aspecto informal, basándose en la observación de la naturaleza y en los principios de la pintura. Carlos Vereecke era jardinero de profesión y científico, había estudiado horticultura con Van Hauten de Gante y Van Geert de Amberes, cuando residía aún en Bélgica. Gozaba de una amplia formación, junto a una reconocida reputación y trayectoria profesional en la época en la que nació el arbolado urbano y rural en la región.
Comenzó a trabajar en la estancia San Juan en 1861, luego de un largo viaje que empezó cuando fue enviado por uno de los profesores belgas hacia Guatemala en búsqueda de orquídeas. Ese viaje lo trajo tiempo después, en 1855, a la Argentina. Dos años más tarde, trabajó como parquista para el señor José Gregorio Lezama, con quien proyectó lo que hoy es el Parque Lezama en la ciudad de Buenos Aires. Más tarde fue contratado por Leonardo Pereyra para sumarse al “mega” proyecto forestal y paisajístico que éste había comenzado.
Para la creación del parque, Leonardo Pereyra recibió a partir de 1866 semillas de árboles y flores de distintas regiones de nuestro país y el mundo entregadas por la Sociedad Rural Argentina.
En el año 1878 el parque de la estancia San Juan alcanzó ciento cincuenta cuadras (doscientas hectáreas y once áreas=. En 1887 este tenía ya un tamaño considerable y una gran riqueza hortícola. El trazado de avenidas y caminos de formas curvas y rectas de distintos tamaños se combinaba con dos rectas principales que producían un diseño irregular. En 1929, Leonardo Pereyra viajó y envió desde Europa 14.000 plantas de coníferas y tilos, que significaron un aumento cuantitativo importante para el parque. Para los años 1940 y 1942, la tarea de forestar con eucaliptos alcanzó el triángulo formado por las vías del ferrocarril y el camino cuyo vértice es la Estación Pereyra.
Este parque constituyó un lugar excepcional y único en el territorio de la provincia de Buenos Aires, tanto por su ubicación cercana a la mayor urbanización del país, como por su extensión y su valor histórico-social. Su belleza es el resultado de un meticuloso plan paisajístico que llega hasta el día de hoy, siendo consultado por muchos profesionales que continúan sorprendiéndose por la diversidad de su vegetación. El mismo fue escenario en 1855 del trabajo del fotógrafo Francisco Ayerza sobre una serie de imágenes que recreaban momentos del poema gaucho Martín Fierro. Ayerza formaba parte, junto con Leonardo Pereyra Iraola, de la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados, pioneros de dicha actividad en el país. Para la realización del trabajo sobre el Martín Fierro, Pereyra cedió la locación y a algunos que posaron con ropas típicas de la época ante la lente de Ayerza. El protagonista de la serie fue el puestero y capataz Ramón Tabieres en el papel de Fierro. Aunque el proyecto no llegó nunca a publicarse, las fotografías producidas son un valioso documento iconográfico sobre el gaucho, su vestimenta y sus costumbres.

LA ESCUELITA

Hacia 1870, Leonardo Pereyra Iraola construyó este edificio de dos plantas para ser utilizado como escuela por los hijos de los peones que trabajaban en la estancia San Juan y vivían en el barrio denominado “El recreo”, dentro de ese mismo predio.
Tras la expropiación de estas tierras, ocurrida en 1949, la escuelita siguió funcionando hasta el año 1960, momento en que se instaló la Escuela de Policía Juan Vucetich y debió ser reubicada.Por este edificio pasaron cientos de niños durante sus noventa años de funcionamiento, manteniendo vivos los ideales de Leonardo Pereyra.

ESTABLO Y MATERA

Esta construcción, junto a la fachada del casco principal, es una de las más antiguas de la ex estancia San Juan. Cuando Simón Pereyra adquirió estas tierras en 1850, este edificio ya existía. Para la época de sus anteriores dueños, el lugar sirvió de establo para su caballo “York”, que era utilizado como chasqui para dirigirse a Buenos Aires ante alguna necesidad urgente. El animal se destacaba por su gran velocidad y porte. Luego, en tiempos de la familia Pereyra Iraola, el edificio funcionó como matera, espacio muy característico de las estancias pampeanas de fines del siglo XIX. En su interior existen detalles característicos de la época, tales como el techo, formado por tirantes y distribuidos en forma simétrica

.GALLINERO

Esta construcción de la estancia San Juan funcionó como galpón de animales y luego como gallinero, entre 1870 y 1949. Aún conserva su fachada original de ladrillos y en su interior el techo sostenido por tirantes de pinotea rusa.
Con el traslado de la Escuela de Policía Juan Vucetich a la ex estancia, en 1959, este edificio se transformó en el comedor de cadetes. A mediados de 1980 se construyó la ampliación en sus laterales, duplicando su capacidad para recibir comensales.

GALPONES

Esta construcción, junto a otros galpones, sirvió entre 1857 y 1945 como alojamiento de 26 mil ejemplares Hereford y más de 16 mil Shorthorn criados en la estancia. Desde sus comienzos, la estancia estuvo equipada con las más variadas construcciones, como eran estos galpones creados a imagen de la ganadería europea.
Esta estancia contaba con alambre e incorporó rápidamente los nuevos adelantos tecnológicos de la época. Hacia 1880 se introdujo en San Juan el molino de viento. Leonardo Pereyra y el general Julio Argentino Roca, quien en ese momento era presidente de la Nación, fueron los primeros en utilizarlo en el país. Desde 1960, estos galpones se fueron adaptando para ser dormitorios de los cadetes de la Escuela Juan Vucetich.

 

LA CAPILLA

La capilla Sagrado Corazón es de estilo románico y fue proyectada por Ernesto Bunge, primer arquitecto matriculado de Argentina. Está ejecutada en forma de cruz con un eje principal de 38.50 metros desde el atrio hasta el ábside.
Su crucero es de 16 metros y la altura de la nave central llega a los 8 metros. La capilla tuvo dos procesos de construcción: el primero fue en 1893, resultando en una edificación pequeña y austera. Hacia 1915 se levantó el campanario, que posee una campana con el sello papal enviada especialmente a la familia Pereyra Iraola desde Roma.

LAVADERO

En la época de la estancia, este edificio de dos plantas funcionaba como lavadero de la familia Pereyra Iraola. Fue construido a principios del siglo XX.
Hoy se encuentra allí la Guardia de Seguridad de la escuela y es uno de los puntos de bienvenida de oficiales, cadetes y visitantes. Sin embargo, antiguamente el ingreso se realizaba por el lado de la estación Pereyra, de modo que la postal de recibida era una visita completa del casco, quedando este sector destinado al área de servicios.

PISCINA

La piscina fue construida en 1916 por los arquitectos Leiros y Constor y fue una de las primeras del país en contar con un sistema de filtrado de agua, que desembocaba en el arroyo ubicado a unos 300 metros. El diseño está presidido por dos esculturas de cabeza de león que ofician de cascada de llenado y originalmente se encontraba recubierta por mayólicas italianas blancas y adornada por flores en azul.
Otra de sus comodidades eran sus vestuarios de venecitas y las duchas que brindaban privacidad a los bañistas. Esa privacidad estaba también resguardada por un cerramiento que puede verse aún hoy a su alrededor, dado que en la época de su construcción, éste seguía siendo un centro de producción y había que proteger el pudor de las damas.

SILOS

La estancia San Juan fue, durante gran parte del siglo XIX, una importante cabaña de reconocidas razas como Hereford y Shorthorn. Hacia comienzos del siglo XX, más precisamente hasta la década del 30, fue también un gran centro de producción y de cultivo. Los dos silos con que contaba, servían para el acopio del producido en trigo, maíz, avena, lino y cebada.

 

 

CIRCUITO HISTORICO DE LA ESTANCIA "SAN JUAN"

 

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