Juan Vucetich
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Jubilación y Renuncia.
En marzo de 1911, al acogerme a los beneficios que acuerda
la ley de jubilación en la provincia de Buenos Aires, me guiaban
los siguientes fines:
1) Realizar una viaje de estudio por las capitales y
ciudades de India, China, Japón, América del Norte y Europa,
a fin de conocer de visu el pasado yel presente de los servicios de identificación;
2) Para difundir nuestra Dactiloscopía, hasta,
en los para nosotros más remotos confines del mundo; y
3) Para tratar sobre la posibilidad de realizar un Congreso
Internacional de Identificación, que habrá de celebrarse
en Buenos Aires, en 1916, con motivo del Primer Centenario de la Independencia
Nacional y el XXV aniversario (1891-1916) de la primera aplicación
de la Dactiloscopía, que tuvo por cuna la ciudad de La Plata. Al
decir, pues, que con el saldo de mi jubilación me proponía
realizar el viaje, debo demostrar que de esa y no de otra manera podía
hacerlo, desde que durante los 23 años que pertenecí a la
repartición gocé de los siguientes sueldos:
1888- noviembre 15 a diciembre 31..................$
030.
1889- enero a septiembre 25..............................$
035.
1889- de septiembre 26 a diciembre 1893......$ 150.
1894- enero a diciembre de 1894......................$ 225.
1895- enero a diciembre de 1899.......................$ 250.
1900- enero a diciembre de 1903.......................$ 300.
1904- enero a diciembre de 1906.......................$ 400.
1907- enero a diciembre de 1908.......................$ 400.
1909- enero a diciembre de 1910.......................$ 500.
1911- enero a diciembre de 1912.......................$ 500.
1912- 2 de diciembre presenté mi renuncia.-
Practicaba la liquidación como de ella se me diese vista, con fecha
20 de julio de 1912, expuse:
Señor Presidente:
Evacuando la vista que se ha servido conferirme, reputo indispensable formular
algunas breves consideraciones referentes al modo legal de resolver
en este expediente mi situación de funcionario público, al
liquidárseme los servicios en idéntica forma que a los demás
empleados administrativos de esta repartición; todos ellos destinados
a ocupaciones burocráticas,
pasivas y auxiliares, meramente, en el despacho y movimiento de la administración
policial.
Se de advertir ante todo, que no es mi pretensión la
de impugnarlo el cómputo de 23 años, desde el 15 de noviembre
de 1888 hasta el 3 de mayo de 1911, que se me asigna en aquel, pero si
me será permitido el Señor Presidente, que consigne aquí mi
juicio de que en el citado cómputo se desconoce y omite, por completo,
el carácter especial de mi actuación; con evidente perjuicio
de los derechos que me debieran corresponder si se me hubiera juzgado,
ya que no de superior categoría, por lo menos en igual condiciones
que a los empleados en servicio de seguridad, a quienes otorga un beneficio
del 50 % en los años de servicios desempeñados.
Mi asimilación actual de grado con los comisarios de la clase y
mis funciones profesionales, cuya índole es también de seguridad,
concédeme derechos a las misma ventajas de que aquellos
gozan, ya que mi cargo no ha sido menos responsable ni inferior, pues se
halla igualmente, o más, expuesto a las resistencias, enemigos, peligros
e inconvenientes que a los Comisarios pueden afectar; más como nunca
las leyes prevén los casos especiales, por esto, tal vez, en la de
Monte Pío, no se define y comprende la situación de mi cargo,
que si bien es de Jefe de Oficina, no es igual a la de los emplea
dos de mera administración interna, como el de todos los otros jefes
del mismo Departamento.
Además, necesito recordar, aunque me sea penoso el verme obligado
a ello, que en el cargo que he desempeñado no dejo tras de mí,
como suele ocurrir en estos casos, únicamente la memoria de los
servicios prestados y mi actuación limitada al cumplimiento del deber;
sino que, preocupándome y enfrentado con ahínco el importante
problema de la identificación, eje fundamental de toda acción
jurídica preventiva y de represión, he logrado tras ímprobos
trabajos, solucionar satisfactoriamente esta grave cuestión, sustituyendo
un método poco eficaz por otro que ha obtenido la consagración
del éxito, y es adoptado, al presente, por casi todas las Naciones
cultas, a la vez que comentado y explicado en obras innumerables. Corresponde,
pues, a esta Oficina el derecho y el honor de haber iniciado la práctica
de nuevos procedimientos identificativos, descubiertos por mi aplicación
y por mi estudio, creados y organizados con mis propios recursos y por mis
esfuerzos personales, después de largos años de incesantes
experiencias, que produjeron, al fin, la creación de mi Sistema
Identificativo, más sencillo y eficaz que los anteriores.
De tal manera ha sido instituida por mí la nueva profesión
técnica de la identificación Dactiloscópica, luego
de haber consumido en tal arduo empeño toda mi existencia, luchando
enérgicamente contra los viejos sistemas y sus obstinados defensores,
e invirtiendo mis propios emolumentos de muchos años, en libros
y continuas investigaciones, para efectuar así un invento de notoria
utilidad y provecho oficial y de provecho común, del cual hoy se
benefician casi todas las Naciones, en sus organismo administrativos,
judiciales y policiales, sin que me haya producido, en retribución
de mis esfuerzos, ni una patente que vender, ni un privilegio que explotar,
ni beneficios, ni riquezas que transmitir a mis hijos.
Aún abono los últimos saldos de mis cuentas pendientes por
adquisición de materiales para practicar estudios y hacer experimentos,
así como por las publicaciones de obras que han abierto
camino al nuevo sistema de identificación y han consolidado la institución
que dejo ahora formada; en la cual mis sucesores inmediatos aplicarán
fácilmente las verdades y los métodos que he logrado conquistar
con esfuerzos tan penosos.
Ellos, más tarde, a su vez, por la ley de Monte Pío, serán
considerados en la misma forma que ahora se me juzga a mí,
y no tendrán, sin embargo, idénticos títulos ni derechos
iguales.
Es, por tanto, mi deseo el dejar oportuna constancia, en el expediente
que tramita mi retiro, de que mis servicios policiales han sido realmente
de seguridad, y de comprobación de las personas y los hechos, sin
cuyo auxilio muchas veces hubiera sido ilusorio el servicio de seguridad
común, a cuyos desempeñantes colectivos favorece, no obstante,
la ley, con un cincuenta por ciento de beneficio en los años de
funciones efectivas; beneficio que no puede alcanzarme en las actuales
condiciones de la ley, a pesar de haber prestado ade más el de
seguridad, un servicio más difícil y de mayor trascendencia,
que ha sido el de descubrir y dejar establecido, solamente a expensas
mías, el Sistema Identificativo que se denomina "Dactiloscópico
Argentino" y que ha modificado en todas partes la ciencia de la identidad,
saliendo de los límites de nuestro país para ser adoptado
en las Naciones principales de ambos continentes.
No sin emoción justificada, Señor Presidente, he formulado
estas breves consideraciones en el atardecer de mi vida, consagrada en
su período más largo y valioso ha tratar de resolver el
solo y ardúo problema de la seguridad pública, retirándome
modestamente ahora, después de haber superado todas las dificultades,
sin patrimonio alguno, agotadas, por fin, las energías que fueron
en otro tiempo mis asiduas compañeras de trabajo y auxiliares e
ficaces de mi acción constante, firme, fructuosa y definitiva.
Esa acción, precisamente, cuyo resultado se ha extendido por gran
parte de Naciones y cuyo fruto más inmediato, la Oficina Identificadora
de la que ahora me retiro, puedo entregar hoy triunfante a los que me
hallan de suceder; sin que el cortejo cruel de vicisitudes, de obstáculos,
de luchas y hasta de maldades, que siempre asedian el paso de todo innovador,
haya logrado rendirla ni sofocarla jamás.
El entonces Asesor de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, doctor Juan Ángel
Martínez, dictaminó con fecha 20 de septiembre de 1912 diciendo:
... La injusticia, pues, tiene que sancionarse, máxime cuando la
ley no ha podido prever casos especiales como el presente, pero a pesar
de todo y para mejorar en lo posible la situación del recurrente,
con merecimiento tan bien adquiridos, me permito indicar como una medida
de equidad, y sin que esto siente precedente, que el Poder Ejecutivo solicite
a la Legislatura la autorización necesaria para acordar, por una
sola vez, un premio en dinero al Señor Juan Vucetich, que con tanto
éxito ha implantado en la provincia el sistema dactiloscópico
que lleva su nombre.
Elevada su renuncia a conocimiento del Poder Ejecutivo, éste dictó el
día 14 de Diciembre de 1912, el siguiente Decreto.
Y Considerando:
Que durante su permanencia en la Administración Policial en la
provincia, ha logrado crear un sistema propio de identificación
por él denominado "Sistema Dactiloscópico Argentino"; que
los diversos congresos científicos que se han ocupado del Sistema
Dactiloscópico Argentino, han aconsejado su adopción en
los Gobiernos de todos los países civilizados:Que el Superior Gobierno
Nacional lo ha puesto en práctica en el enrolamiento militar, requiriendo del de la provincia el concurso de Vucetich, para
la organización de la oficina respectiva:
Que es un deber del Poder Ejecutivo premiar en alguna forma a los funcionarios
que como el Señor Vucetich, dignifican los cargos que desempeñan,
el Poder Ejecutivo DECRETA:
Artículo 1ro. Aceptar la renuncia que presenta
el Señor Vucetich, por haberse acogido a los beneficios de la
ley de Montepío civil.
Artículo 2do. Designarlo nuevamente para desempeñar
el cargo de Jefe de la Oficina de Identificación.